La instalación masiva de nuevas vallas acústicas en la autovía y autopista del Mediterráneo, ejecutada directamente por el Gobierno de España, está generando un profundo malestar entre vecinos de Marbella y del conjunto de la Costa del Sol. Las obras, impulsadas por el Ministerio de Transportes y sin autorización previa de los ayuntamientos, han sorprendido a los residentes por su altura, su impacto visual y la falta de eficacia que denuncian en materia de reducción de ruido.
En zonas como Nagüeles, Nueva Andalucía o El Rosario, las pantallas metálicas han aparecido prácticamente de un día para otro, alterando por completo la estética paisajística de un municipio conocido por su vegetación, su cielo abierto y su cuidado entorno urbano.
Los vecinos, muy críticos: “Esto parece una favela, ¿quién ha decidido este despropósito?”
Las quejas en redes sociales no han tardado en multiplicarse. Varios residentes han compartido imágenes denunciando lo que consideran un atropello a la imagen de Marbella:
• “Es una vergüenza. En un sitio como Marbella, lleno de vegetación y luz, nos plantan unas murallas de aluminio que no sirven para nada. Vivo en la zona y el ruido sigue igual.”
• “Pronto estarán llenas de grafitis y parecerá que vivimos en las favelas de Brasil.”
• “Son feísimas, ¿quién ha aprobado esto? Desde luego el Ayuntamiento no.”
Los mensajes coinciden en que estas vallas no solo rompen la estética, sino que no cumplen su cometido acústico, y muchos residentes temen que se conviertan en un nuevo foco de vandalismo y deterioro visual en una de las principales entradas a Marbella.
Los ayuntamientos, apartados mientras el Gobierno ejecuta obras sin diálogo
Fuentes municipales consultadas insisten en que estas actuaciones no han sido comunicadas ni autorizadas por el Ayuntamiento, que carece de competencias sobre la autovía y la autopista, ambas gestionadas íntegramente por el Estado.
Los consistorios de la Costa del Sol lamentan que el Gobierno no haya mantenido ninguna reunión técnica para evaluar alternativas más integradas en el entorno, como soluciones vegetales, pantallas de diseño o actuaciones acústicas menos agresivas.
Inversiones que alejan la liberalización de la autopista
A la indignación estética se suma otra preocupación: mientras toda Málaga exige la liberalización de la AP-7, el Ejecutivo de Pedro Sánchez destina millones a infraestructuras que prolongan la vida útil de la concesión, en vez de dar pasos hacia un modelo más justo para los ciudadanos.
Vecinos y colectivos coinciden en que estas obras pueden ser el argumento perfecto para que la concesionaria mantenga su explotación durante más años, dificultando la liberación que los municipios llevan décadas reclamando para reducir atascos y mejorar la movilidad de toda la provincia.
Un nuevo episodio de desconexión entre Madrid y la Costa del Sol
En un municipio donde la colaboración institucional es fundamental —especialmente en materia de movilidad, seguridad vial y paisajismo—, la decisión unilateral del Gobierno ha reabierto el debate sobre la falta de sensibilidad con la Costa del Sol.
Mientras los ciudadanos y los ayuntamientos claman por soluciones reales como el tercer carril, el tren litoral o la liberalización de la autopista, el Gobierno opta por llenar la A-7 y la AP-7 de muros metálicos que, según los residentes, ni embellecen, ni insonorizan, ni responden a ninguna prioridad local.







