Se han convertido en una de las figuras destacadas de las playas andaluzas, los vigilantes contratados por la Junta de Andalucía para informar a sus usuarios sobre las normas a seguir durante la crisis sanitaria del COVID-19 han cumplido su primera semana en las costas y pese a que a rasgos generales los ciudadanos cumplen, sí que siguen apelando a la necesidad de ser más realistas sobre la peligrosidad del virus. “Deberíamos tirar de la hemeroteca de mediados de la pandemia, había días que morían tantas personas como podía haber este domingo en la playa de El Cable”, pone como ejemplo Sergio Moya, uno de estos vigilantes que velarán por nuestra seguridad en el litoral de Marbella durante el verano.
Entiende que entre sus principales objetivos está “intentar hacer reflexionar a la gente de que estar en la playa está bien, pero no es cuestión de volver atrás”. Siete días después de que iniciasen su labor, la falta de respeto a las indicaciones que dan a los bañistas es uno de los principales inconvenientes que ven a su labor, la cual consideran que es “justa y buena”, aunque también lamentan que el tipo de campaña que se ha realizado ha tenido un carácter político, informando del número de plazas o del sueldo, algo que se ha usado en su contra, “esos han sido los primeros ataques que se han sufrido”, señala el vigilante, quien apunta que es usual que los usuarios desprestigien su labor con estos argumentos y que incluso se haya llegado a lanzar piedras a uno de ellos. El respaldo de su actividad por parte de la Policía como medida disuasoria es otro de los aspectos que consideran que se debe mejorar para hacer más efectiva la labor.
“En principio si que es verdad que todo el mundo te escucha y te presta atención en ese momento pero después no hay más que intención, el que está jugando a la pelota sigue jugando”, lamenta Sergio Moya, que añade que “la gente tendría que ser más realista”, a su parecer, “conscientes somos, se ve en cómo tratan de mantener la distancia social, pero nos falta el darnos cuenta de que nos puede tocar, que no es que aquel se contagie, es que te puedes contagiar tú”.
Respecto a los principales incumplimientos reconoce que se dan en “el tema lúdico, los juegos con pelotas y colchonetas y los botellones entre jóvenes”, eso sí, “lo que más se cumple es la distancia entre desconocidos, hay distancia social”, reconoce, insistiendo en la idea de que tratan de cumplir con su labor orientativa sobre cómo actuar en la playa, “no es que no queramos que jueguen a la pelota o que no estén con la colchoneta, es que tenemos que informar y que en esto todos tenemos que aportar nuestro granito”.
Sergio Moya recuerda que no son medidas arbitrarias, sino que se establecen con el fin de que “si hay un rebrote nos afectemos lo menos posible”.
En relación con los cambios que podrían producirse respecto a la forma de informar, el vigilante propone medidas “más activas”, “todo tendría que ser más visual” y defiende el parcelamiento de la playa o información más directa como altavoces en las playas recordando cuáles son las normas, además de incidir en la idea de contar con más presencia policial.
AFOROS
Una de las cuestiones que más están dando de qué hablar desde que las playas se abriesen de nuevo tras el cierre durante el estado de alarma son los aforos, algo que defiende que sí se está cumpliendo en Marbella aunque defiende el vigilante que es en este sentido en el que debería tener mayor importancia la función que desarrollan, “la mejor labor que podría hacer un auxiliar de playa es controlar el punto de acceso a la playa, intentar adelantarte o anticiparte a la colocación de los ‘minipueblos’”.
En definitiva, una primera semana de esta medida de vigilancia de playas en la que aún queda por ahondar, “está todo un poco verde, pero llevamos una semana y esperamos que todo vaya cambiando” y a la que le falta otra de las pruebas que más preocupa en la evolución de la pandemia, la llegada de turistas extranjeros.