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domingo, noviembre 24, 2024
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Marbella, un gran taller de costura en el que se cose con ‘Aguja Solidaria’

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Marbella se ha convertido en un gran taller de costura que cose mascarillas, batas y EPIS gracias a Aguja Solidaria, una iniciativa puesta en marcha por dos amigas que se ha convertido durante esta crisis sanitaria del COVID-19 en todo un ejemplo y referente de ayuda altruista en toda la provincia de Málaga.

B. Sánchez

Ellas son, María José Bernal y Esther Gómez, una vallisoletana y una sevillana que han querido ser marbellíes “por decisión” y que, tras decretarse el estado de alarma y ponerse de relieve la falta de material sanitario, organizaron su propio batallón de lucha contra el COVID-19 formado por cientos de ciudadanos solidarios que, de una forma u otra, colaboran en este proceso que está llevando mascarillas y otro material sanitario a trabajadores de sectores esenciales pero también a particulares que lo necesiten, atendiendo siempre al nivel de riesgo.

“’Aguja Solidaria’ nació un jueves y el lunes ya habíamos crecido exponencialmente”, relata Esther, que explica que en estos momentos son 200 las costureras que se encargan de realizar mascarillas y, desde esta semana, también EPIS y trajes y batas quirúrgica, de hecho, el reparto de estas ya ha comenzado también entre los hospitales y centros de salud de la provincia. Aunque no sólo se nutren de costureras, también taxistas, empresarios, autónomos y voluntarios forman parten de esta iniciativa que ha alcanzado tal dimensión que ya requiere hasta de una estructura organizativa que cuenta con diversas coordinadoras en cada municipio, Fuensanta en Málaga, Alicia en Torremolinos, Begoña en Fuengirola y Benalmádena, la propia Esther en Mijas y Nuria, Ana, y su otra fundadora, María José, en Marbella, que concentra el mayor número de colaboradores.

En el municipio son 86 las costureras que pueden realizar entre 300-500 diarias, alcanzándose, en alguna jornada, hasta las 1.500 recogidas. Otro de los gremios que fue de los primeros en sumarse fue el del Taxi, empezaron trabajando con Taxisol, aunque posteriormente se han ido sumando el resto de asociaciones y taxistas a título personal. Uniformes Luque o Lavyrental, fueron otros de esos ejemplos de negocios locales que pusieron su granito de arena desde que arrancó la iniciativa.

Hasta el momento, han repartido más de 30.000 mascarillas gracias a los grupos de trabajo que tienen organizados por toda la provincia, distribuyéndolas en Hospitales, centros de salud, farmacias, supermercados, Guardia civil, Policía Nacional, Policía Local de Marbella y particulares.

“Nuestras mascarillas no están homologadas pero se elaboran con el modelo y material de Sanidad”, explica Esther, que pone el acento en que las mascarillas de ‘Aguja Solidaria’ “no se venden”, “si se venden no son nuestras”, apostilla. La que es una de las precursoras de esta iniciativa agradece la labor de unos voluntarios que trabajan sin remuneración, sin horario, dedicándole cada uno las horas que puede, y con disponibilidad semanal, se hacen mascarillas de lunes a domingo.

“Te encuentras con gente maravillosa, es lo mejor de esto”, apunta Esther que destaca que “no hay dinero de por medio, sólo sabemos que tenemos un problema y que queremos solucionarlo”. Un gran grupo de almas solidarias unidas únicamente por ese deseo, de hecho, ni siquiera muchas de las coordinadoras se conocen entre sí, ellas también teletrabajan. Un encuentro que esperan que no sea solo entre ellas, sino que se trate de una reunión “con todos los que echan una mano”, explica Esther.

CADENA DE FAVORES

Otra de las características de esta organización sin ánimo de lucro es que trabaja como “una cadena de favores”, destaca su fundadora. En Marbella, todo comienza en el taller de Aníbal Luque, de Uniformes Luque, que recibe el material y se encarga de cortarlo para llevarlo a la casa de María José, otra de sus fundadoras, una labor en la que a veces también participan los taxistas, que son también los que se ocupan de repartir el material entre las costureras, recogiéndolos después y encargándose de hacerlo llegar a aquellos que lo necesiten.

En el taller de Aníbal es la propia familia la que se encarga de cortar, en total son seis miembros los que participan, y que pueden dedicar unas cuatro horas diarias a esta función. En un primer momento, su contribución fue solo de material, pero posteriormente se incorporaron a otras labores. Un fiel reflejo de la implicación que cada vez más están teniendo los ciudadanos que buscan dónde arrimar el hombro para salir lo antes posible de esta crisis sanitaria.

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