Efectivamente, al Málaga se le va a hacer corta la temporada. Ya no es sólo Míchel el que quiere más. También los jugadores y, por supuesto, los aficionados. La Rosaleda sigue de fiesta. Después del éxtasis por el triunfo ante el Sevilla, esta noche apabulló al Celta de principio a fin con un juego fluido y, sobre todo, con la imagen de bloque tácticamente impecable. Como se esperaba, el Málaga se encontró con un Celta plagado de suplentes en el que únicamente figuraron en la alineación dos de los titulares el pasado jueves ante el Manchester United, el guardameta Sergio y el central Cabral. En cambio, quedó claro que para Míchel hace tiempo que acabaron las pruebas. El once fue el previsto, con la única novedad de Torres por el canterano Luis en el lateral derecho. También es cierto que la notable marcha del equipo en las últimas semanas desaconseja los experimentos con gaseosa… Desde el comienzo el Málaga mostró más ritmo que su rival. Es más, durante toda la primera parte el Celta únicamente se dejó ver en la recta final, con abuso del toque horizontal, sin profundidad, beneficiado también por cierta descoordinación en la presión de los blanquiazules. Pero en líneas generales el control fue malaguista merced a la movilidad por dentro del marbellí Ontiveros y Jony, pero sobre todo por la solvencia del triángulo Pablo-Camacho-Recio en la medular.
Claro que de un tiempo a esta parte nadie puede restarle protagonismo a Sandro. El canario se ve en cierto modo perjudicado por este sistema con un punta porque a veces se encuentra demasiado solo arriba y en otras está tan lejos de la portería que debe recurrir a su tiro a puerta.
Pero es innegable que el equipo juega para él y que se le busca constantemente. El cancerbero Sergio estuvo firme hasta en tres apariciones del ’19’ malaguista antes del descanso Equilibrado y con un Celta demasiado blando enfrente, el Málaga pudo certificar algunas de las buenas noticias en esta etapa con Míchel. Llorente estuvo notable en la anticipación (en alguna acción recordó a Weligton, el poseedor de ese puesto durante tantos años) y hasta se vio al mejor Jony de la temporada. El asturiano trabajó atrás como le exigían en Gijón, donde tampoco le hacía falta para ser el líder, pero tiene cierta tendencia a bajar los brazos cuando no remata la faena. Como sucedió ayer. No le sucede así a Ontiveros, al que le importa muy poco no atinar a la primera
El triunfo no peligró porque en cada arrancada Sandro provocaba un terremoto en la defensa céltica. En la segunda de la que dispuso en la reanudación obligó a Cabral a zancadillearlo dentro del área. El canario se tomó bastante mal no ser el lanzador, pero tras su error frente al Sevilla le tocó el turno a Recio, que no perdonó.
Casi no hubo partido desde esa acción en el minuto 56. Kameni tuvo una noche casi plácida (reaccionó bien a un tiro de Pape ya en los minutos ‘de la basura’) mientras en cada salida el Málaga zarandeaba el sistema defensivo del Celta. Probablemente la impotencia provocó que Berizzo montara la tángana de esta Liga al tener un gesto muy feo con Recio, lo que provocó un revuelo descomunal. Hasta Míchel (que antes había escuchado cómo se coreaba su nombre) se lanzó como un poseso hasta el banquillo visitante. El técnico céltico se marchó a la caseta antes de tiempo y no pudo ver la guinda al partido del conjunto blanquiazul: una gran diagonal de Keko con pase al hueco para Juan Carlos y regalo de este para que Sandro encontrara la justa recompensa. Otro gol y, desgraciadamente, más reclamo para los numerosos clubes que pujan por él