Varios emblemas históricos de Marbella, cada uno en su contexto y dimensión, lucen una nueva y renovada imagen, o están en camino de, tras el trabajo de recuperación del Ayuntamiento dentro del plan que tiene para poner en valor todo el patrimonio del municipio. El castillo de la ciudad, su muralla para ser exactos, se ha renovado por completo con una reforma integral que ha culminado con la colocación de un moderno y especial sistema de iluminación ornamental. La conocida como “fuente del caballo”, que da la bienvenida al casco antiguo marbellí por una de sus entradas, se ha embellecido con una actuación que también ha optimizado su eficiencia. Mientras, se trabaja en hacer lo propio con el faro de la ciudad y el Trapiche del Prado.
Con la renovación del histórico paramento de Marbella, el Ayuntamiento ha logrado tres objetivos de una vez; ha restaurado uno de los vestigios más antiguos, ha asegurado su infraestructura y ha sumado un atractivo turístico. El trabajo se ha centrado en la protección de sus muros, la eliminación de las especies invasoras que habían crecido junto a él y que afeaban e incluso ocultaban en parte la muralla, y la instalación de la iluminación.
Con relación a la protección de los muros, se ha saneado la mampostería, se han reparado las partes que se habían ido desprendiendo, se ha resguardado la parte superior, y se ha impermeabilizado la parte de arriba de la torre norte. Respecto a las plantas que con el paso de los años se habían hecho un hueco donde no debían, se han eliminado las jardineras que había adosadas a la muralla y se ha desbrozado la vegetación parásita que había echado ya incluso buenas raíces. La tercera parte de la actuación ha sido la instalación de un moderno y completo sistema de alumbrado especial para monumentos como el castillo marbellí.
Cerca de este vestigio que data de los siglos XI y XII está otro, de menor envergadura y trascendencia histórica, pero que era y es un símbolo para Marbella. Junto a una de las entradas que tiene el casco antiguo de la ciudad por la parte de la avenida Ramón y Cajal, vuelve a mostrarse la que se conoce como “fuente del caballo”. Esta estatua equina que está en el interior de una fontana necesitaba de una rehabilitación de la que se ha encargado Amador Braojos, el artista que la esculpió hace ya casi 40 años. Mientras él la restauraba en Madrid, se ha aprovechado para construir una nueva estructura que solventase los problemas de impermeabilización y el mal estado en general de la antigua. A pesar de no ser de grandes dimensiones, la puesta en valor de este icono de una Marbella más actual, ha requerido de un laborioso trabajo. Además de desmontar la estatua, la obra ha conllevado demoler por completo la fuente; excavar para colocar el nuevo vaso; cimentar la propia estatua y los sistemas de abastecimiento, desagües e iluminación; crear el espacio del nuevo vaso y las jardineras; revestir los muretes de piedra caliza; instalar toberas de acero inoxidable e instalar la nueva iluminación con ocho proyectores led. El resultado es una nueva La bella del mar, su nombre original, que ya luce en pleno centro de la ciudad, con nuevas jardineras y vestida de una atractiva roca natural.
Más al sur, en pleno centro del paseo marítimo del centro urbano, se eleva el faro de Marbella, una construcción sin tanto arraigo histórico como la muralla y sin tanta riqueza artística, pero que también es emblema y símbolo del municipio. Abandonadas gran parte de sus instalaciones -a excepción de la propia atalaya-, desde el pasado febrero está en obras, en una actuación para volver a darle vida, uso e integrarlo en su entorno.
Los dos inmuebles que escoltan a la torre que todavía da luz a los barcos que navegan cerca de la costa marbellí se están rehabilitando para albergar las dependencias municipales de Medio Ambiente y para el Aula del Mar. También se quiere aprovechar el espacio que queda entre las tres construcciones -casi 1.700 metros cuadrados- para que sea una gran sala de exposiciones al aire libre. La misma obra se llevará por delante toda la vegetación que ha ido creciendo sin control durante años y que constituía una auténtica barrera visual que separaba el paseo marítimo de la avenida Antonio Belón. Ahora será todo uno.
Y al otro lado del municipio mirando al norte, está el Trapiche del Prado, ubicado en aquella propiedad que Mateo Álvarez dejó a la ciudad para que Marbella construyera allí su primera residencia pública de mayores. Y en ésas está. No sólo en la construcción del geriátrico, sino también, en que la antigua fábrica de azúcar sea un centro de interpretación cultural y cívico en el que se podrá ver y ensalzar la historia de la localidad.