Una amenaza que se multiplica sin freno y un Ayuntamiento desbordado que no recibe ni ayudas ni soluciones ante un problema medioambiental que ya roza el colapso
Lo que empezó hace apenas unos años como un fenómeno puntual se ha transformado en una emergencia medioambiental constante. La presencia del alga invasora Rugulopteryx okamurae se ha convertido en una pesadilla para el litoral marbellí, especialmente durante Semana Santa, cuando las playas deberían estar en su máximo esplendor para recibir al turismo nacional e internacional. Sin embargo, este año, la realidad ha sido otra: la imagen de las playas de San Pedro Alcántara, Nueva Andalucía, Fontanilla, Venus, El Cable y Cabopino ha estado marcada por enormes acumulaciones de esta especie invasora, que no solo afectan al paisaje, sino también a la salud, al turismo y a la economía local.
El dato es demoledor: más de 2.320.000 kilos de algas retirados en tan solo una semana, superando incluso el total anual del pasado 2024, que ascendió a 2.000.000 kilos. Un incremento exponencial que evidencia la magnitud del problema y el abandono institucional al que se enfrenta el Ayuntamiento de Marbella. A día de hoy, y pese a los reiterados llamamientos, no existe ni una sola ayuda económica ni técnica por parte de otras administraciones públicas para afrontar una situación que claramente sobrepasa las competencias municipales.
Un problema que desborda competencias y presupuestos
La Rugulopteryx okamurae no es una alga cualquiera. Se trata de una especie invasora originaria del Pacífico que, en los últimos años, ha encontrado en el Mediterráneo unas condiciones óptimas para expandirse a gran velocidad. Transportada por las corrientes marinas, llega en oleadas a la costa, depositándose en la arena donde comienza su descomposición, generando un olor fétido a putrefacción y afectando de manera directa a la calidad de las playas.

En Marbella, con sus 27 kilómetros de costa, los puntos más afectados están localizados en San Pedro Alcántara, Nueva Andalucía, Fontanilla, Venus, El Cable y Cabopino, donde los arribazones son tan masivos que impiden el paso de los usuarios, dificultan el baño y provocan el rechazo de turistas, generando así un impacto directo en el motor económico de la ciudad.
“El volumen es tan grande que se escapa a cualquier previsión razonable. Lo que estamos viviendo este año no tiene precedentes”, ha afirmado el concejal de Limpieza, RSU y Playas, Diego López, quien además ha subrayado que “Marbella no puede hacer frente sola a un problema de esta magnitud, y resulta incomprensible que sigamos sin recibir apoyo económico o técnico de la administración estatal”.
Un dispositivo reforzado y operativo desde las 3 de la madrugada
Para contener esta emergencia ambiental, el Ayuntamiento ha desplegado un dispositivo de limpieza diario que comienza a las 3:00 h de la madrugada y se extiende hasta las 10:00 h, hora límite en la que la maquinaria pesada debe abandonar las playas por razones de seguridad. La intensidad del dispositivo revela el enorme esfuerzo que se está realizando:
• 3 palas cargadoras
• 4 retroexcavadoras
• Entre 4 y 6 camiones bañera
• 2 vehículos tipo pick-up
• 3 tractores con remolque
• 4 máquinas limpia playas
• 1 máquina especializada en la retirada de algas
• Contrato adicional de alquiler de maquinaria con conductor para refuerzo en puntos críticos
Diego López ha detallado que “los trabajos se organizan de madrugada para minimizar las molestias a los usuarios de las playas y poder actuar con maquinaria pesada de forma segura. Todo el personal implicado está dando el 200% y quiero agradecer su dedicación y compromiso, especialmente durante estas fechas tan sensibles para el turismo como es la Semana Santa”.
Las algas, una vez retiradas, deben ser acopiadas para su secado y reducción de peso, antes de ser trasladadas al Complejo Medioambiental Costa del Sol de Málaga. Allí, son tratadas como residuo vegetal, lo que además obliga al Ayuntamiento a abonar una tasa de 42,94 euros por tonelada, encareciendo todavía más la gestión.
Un coste económico y medioambiental insostenible
El problema no solo es logístico. También es presupuestario. El desembolso económico que está realizando Marbella no se ve compensado con ningún tipo de ayuda externa, a pesar de tratarse de un fenómeno ambiental de gran escala, que requiere una estrategia interinstitucional.
“El esfuerzo que estamos realizando desde el Ayuntamiento es absolutamente desproporcionado para una administración local”, señala Diego López. “Estamos asumiendo un coste que no nos corresponde, porque esta alga no es un problema exclusivo de Marbella, sino de toda la costa andaluza y del Estado. Sin embargo, seguimos sin tener respuesta por parte de las administraciones competentes”.
Desde 2019, año en el que se empezó a registrar la llegada masiva de esta alga, el volumen no ha dejado de crecer. Y con ello, el coste. López añade: “Solo en Semana Santa hemos retirado más alga que en todo el año pasado. Es un dato que debería hacer saltar todas las alarmas”.
Turismo, imagen y sostenibilidad: en juego el futuro de la costa marbellí
El turismo es el corazón económico de Marbella. Y la imagen de sus playas, una de sus principales fortalezas. La acumulación de algas afecta directamente a la calidad del agua, a la biodiversidad autóctona, y al atractivo turístico. Numerosos visitantes han mostrado su malestar en redes sociales y plataformas de viaje al encontrarse con playas intransitables y un olor nauseabundo, especialmente en plena temporada alta como Semana Santa.
La presencia masiva de Rugulopteryx okamurae amenaza también con alterar el ecosistema marino local, desplazando a especies autóctonas y modificando el equilibrio biológico de la costa. La gestión de residuos marinos de esta envergadura debería formar parte de una política de sostenibilidad a largo plazo, algo que a día de hoy sigue sin materializarse.
“No solo está en riesgo nuestra economía local, también el equilibrio ecológico de nuestras costas. El daño a la biodiversidad marina ya es una realidad, y seguimos sin ver un plan autonómico ni estatal que aborde el problema con seriedad”, concluye el concejal.
Una actuación ejemplar que exige respaldo
Pese a la falta de apoyo institucional, la respuesta del Ayuntamiento de Marbella ha sido ejemplar, rápida y contundente. La activación del dispositivo de limpieza desde altas horas de la madrugada, la incorporación de maquinaria especializada y el constante monitoreo de las zonas afectadas son prueba del compromiso del consistorio con la calidad ambiental y la imagen turística del municipio.
“No podemos permitir que nuestras playas pierdan su atractivo, porque eso repercute directamente en el empleo y la calidad de vida de miles de familias marbellíes. Por eso, aunque no tengamos ayudas, no hemos dudado en actuar con todos los medios a nuestro alcance”, ha declarado Diego López.
Conclusión: Marbella no puede seguir sola
La batalla contra la Rugulopteryx okamurae no es solo de Marbella. Es un problema que, por sus dimensiones, debería estar ya en la agenda de los organismos estatales e incluso europeos. La pasividad institucional frente a un fenómeno de este calibre solo contribuye al agravamiento de una crisis que podría haberse contenido con una estrategia preventiva y coordinada.
Mientras tanto, Marbella sigue luchando sola, absorbiendo costes millonarios, movilizando equipos día y noche, y enfrentando el deterioro de su litoral con valentía pero también con un agotamiento evidente. La llegada de más de dos millones de kilos de alga en apenas una semana no puede seguir siendo una anécdota de temporada alta: es una alarma roja que exige acción inmediata.
Como ha insistido Diego López: “Pedimos al Gobierno central que actúen de forma urgente, que nos escuchen y se impliquen. Marbella está cumpliendo. Ahora les toca a ellos”.