Expertos advierten de la necesidad de implementar programas de control más exhaustivos
Los jabalíes se han convertido en un auténtico enemigo de la provincia de Málaga debido a la frecuencia de sus incursiones en zonas urbanas en busca de agua o comida. Actualmente el número de estos mamíferos que se estiman en Málaga es de unos 22.000 ejemplares, una cantidad que se ha incrementado de forma muy significativa en los últimos años. De forma más concreta se calcula que hasta siete veces desde la última contabilidad oficial.
Los expertos llevan tiempo alertando del peligro que generan los jabalíes cuando deambulan por urbanizaciones y calles, una emergencia sanitaria y medioambiental que se ha visto agravada teniendo en cuenta el último descubrimiento por parte de un grupo de científicos. En concreto, estos expertos, incluyendo varios investigadores españoles, revelan la presencia y diversidad genética del parásito Blastocystis en poblaciones de jabalíes silvestres en la península ibérica.
Un hallazgo significativo en el campo de la salud pública y la veterinaria que supone un verdadero peligro público debido a que esta especie se ha vuelto con el tiempo cada vez más urbana: quejas vecinales, de agricultores, de campos de golf, de conductores temerosos de sufrir un accidente… Los ayuntamientos de todos los municipios malagueños junto con la Junta de Andalucía no dan abasto, y es que esta problemática se extrapola a toda la comunidad andaluza.
El parásito al que se refiere este estudio se transmite a través de la vía fecal-oral y puede causar problemas gastrointestinales tanto en animales como en humanos, posicionando a estos mamíferos como una fuente potencial de enfermedades zoonóticas.
Los jabalíes suelen interactuar con el ganado y los humanos, especialmente en actividades como la cazao el manejo de los cadáveres de los animales reforzando la idea de que estos podrían facilitar la transmisión cruzada de patógenos entre la fauna silvestre y los humanos.
Entre las medidas propuestas por PACMA, la solución pasaría por un programa multifactorial: campañas cinegéticas mediante capturaderos que acaben con el aturdimiento y eutanasia por parte de un veterinario; sustitución del mobiliario urbano para que no atraiga o facilite la comida (con contenedores antivuelco y sin papeleras de balancín, y rotondas que no necesitan mucha agua); y una campaña de educación ciudadana.