El Partido Socialista ha vuelto a demostrar hasta qué punto vive desconectado de las necesidades reales de Marbella y de toda la Costa del Sol. Su última ocurrencia —exigir conexiones entre urbanizaciones— pretende sonar a reivindicación vecinal, pero en realidad vuelve a ser un intento desesperado por esconder que el Gobierno de España, dirigido por Pedro Sánchez, sigue sin cumplir ninguna de sus obligaciones en materia de movilidad en este territorio.
Mientras la ciudadanía soporta atascos diarios, incluso a finales de noviembre, el PSOE se limita a lanzar propuestas secundarias que no resuelven el problema de fondo: la incapacidad manifiesta del Ejecutivo para impulsar las grandes infraestructuras que sí están en su mano. La situación es tan evidente como frustrante para miles de vecinos que cada tarde quedan atrapados en una ciudad colapsada por la falta de inversión estatal.
Hablar de conexiones internas entre urbanizaciones cuando la AP-7 continúa sin liberalizar, cuando no existe compromiso alguno para el desdoblamiento de la N-340 o cuando los accesos a la vía presentan deficiencias históricas, es un ejercicio político que roza el absurdo. El Gobierno de España tiene en su competencia directa la movilidad de la Costa del Sol y, sin embargo, año tras año evita asumir sus responsabilidades. Esa es la realidad que el PSOE intenta maquillar con iniciativas menores que generan titulares fáciles pero no aportan soluciones de calado.
El problema es especialmente grave porque la Costa del Sol no está ante una demanda nueva ni improvisada. Las reclamaciones para liberar la autopista, modernizar la N-340, eliminar los puntos negros y garantizar accesos seguros se repiten desde hace décadas. Y pese a ello, el Gobierno continúa sin ofrecer fechas, proyectos, inversiones ni compromisos, dejando a Marbella y su entorno en una situación que no solo es injusta, sino también peligrosa para la movilidad diaria de trabajadores, estudiantes y familias.
El Partido Socialista evita hablar de todo esto. Prefiere centrar la atención en actuaciones menores que ni alivian los atascos ni mejoran la capacidad de la red viaria. Mientras tanto, el tráfico empeora, las retenciones se cronifican y la ciudadanía sigue pagando el precio del abandono estatal.
Lo cierto es que resulta difícil entender que un partido que gobierna España sea incapaz de presentar una sola actuación estratégica para una de las zonas más dinámicas, pobladas y turísticas del país. El silencio del Ejecutivo ante asuntos tan esenciales deja claro que no existe voluntad política para afrontar lo que llevan años reclamando los vecinos: inversiones reales y soluciones definitivas.
Marbella no necesita gestos simbólicos ni titulares prefabricados. Necesita un Gobierno responsable que haga lo que le corresponde. Y, a día de hoy, ese compromiso sigue brillando por su ausencia en el PSOE y en el Gobierno de Pedro Sánchez.
