La portavoz socialista de Marbella, Isabel Pérez, centró en la jornada de hoy su discurso en la situación del mercado municipal y en el estado de las infraestructuras de saneamiento, reclamando mejoras en la limpieza y en las tuberías.
La portavoz del partido socialista en Marbella ‘Isabel Pérez’ ha reivindicado en el día de hoy la situación del mercado municipal junto al concejal Antonio Párraga. Su comparecencia se produce en un momento especialmente delicado para el Partido Socialista, inmerso en una sucesión de casos de presunto acoso y violencia machista que han desencadenado investigaciones judiciales y un notable desgaste interno.
Mientras la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil realiza nuevos registros en sedes y entidades públicas vinculadas a tramas bajo sospecha, el foco de la portavoz local se mantiene en cuestiones de gestión cotidiana como la suciedad del entorno del mercado o el mantenimiento de las cañerías. Esta elección de prioridades ha generado críticas entre sectores que consideran que la formación debería dedicar sus primeros mensajes a aclarar su posición ante los escándalos que afectan a varios de sus dirigentes.
En paralelo, continúan aflorando detalles sobre los casos que salpican al partido en la Costa del Sol, con varios cargos o excargos señalados por conductas incompatibles con el código ético que el propio PSOE reivindica en materia de igualdad y lucha contra la violencia machista. El número de investigados vinculados a estos episodios se ha incrementado en las últimas semanas, alimentando la sensación de crisis interna y de descoordinación en la respuesta política.
Entre los nombres que han cobrado protagonismo se encuentran responsables socialistas mencionados en denuncias por acoso, presunta violencia de género y actuaciones que habrían generado un clima de intimidación hacia mujeres en el entorno orgánico e institucional.
Estos casos, algunos de ellos localizados en municipios vecinos como Torremolinos, han encendido las alarmas sobre el grado de tolerancia del partido con determinadas conductas y sobre la rapidez con que se activan los protocolos de protección y las medidas disciplinarias.
La situación se ve agravada por las sospechas sobre posibles vínculos personales entre determinados cargos orgánicos y algunos de los dirigentes bajo la lupa judicial o mediática. Aunque no existen confirmaciones oficiales sobre la naturaleza exacta de esas relaciones, la mera posibilidad de conflictos de interés introduce un elemento añadido de confusión y alimenta la percepción de opacidad.
En este contexto, cada gesto y cada declaración pública de los portavoces adquieren una relevancia especial.
El contraste entre la agenda local de Marbella y el incendio político que vive el partido a escala provincial y nacional ha avivado el debate sobre el rumbo del socialismo en la Costa del Sol. Mientras una parte de la militancia defiende la necesidad de mantener la atención en los problemas cotidianos de los vecinos —como la limpieza, el saneamiento o la gestión de los mercados municipales—, otras voces reclaman una respuesta más frontal y contundente frente a los casos de acoso y violencia machista que afectan a sus propias filas.
A este escenario se suma el contexto demoscópico. Pese a la sucesión de polémicas, las últimas encuestas del CIS continúan otorgando al PSOE una ventaja de en torno a nueve puntos sobre el Partido Popular en estimación de voto a nivel nacional. Ese dato alimenta una paradoja: mientras el partido navega entre escándalos y tensiones internas, una parte significativa del electorado sigue considerándolo la opción preferente, al menos en la fotografía que ofrecen los barómetros públicos.
La distancia entre las cifras demoscópicas y la crisis reputacional reabre el debate sobre la capacidad de las encuestas para reflejar el desgaste ético y la pérdida de confianza ciudadana. Al mismo tiempo, plantea interrogantes sobre el impacto real que tienen los casos de violencia machista y las denuncias internas en la percepción de la marca socialista, especialmente entre el electorado que se identifica con los valores del feminismo y la igualdad de género.
En este marco, la pregunta de fondo trasciende el episodio concreto de Marbella y las referencias a cañerías y mercados. La cuestión central que se plantea es qué va a hacer el Partido Socialista —en el gobierno y en la oposición, en los distintos niveles territoriales— para garantizar de forma efectiva la seguridad de las mujeres y la coherencia entre su discurso y su práctica interna. El reto no es solo depurar responsabilidades individuales, sino revisar procedimientos, protocolos y culturas organizativas.
El viejo lema “soy feminista porque soy socialista”, asumido durante años como seña de identidad, se ve hoy sometido a un escrutinio más exigente. Una parte de la ciudadanía se interroga sobre si esa equivalencia sigue siendo válida o si ha quedado erosionada por la gestión de los casos que han salido a la luz. La respuesta, más allá de las consignas, dependerá de la contundencia y la transparencia con que la organización afronte esta crisis y de la capacidad para situar la protección de las mujeres en el centro real, y no solo retórico, de su acción política.
“Los comerciantes no pueden seguir trabajando en estas condiciones. Llevan tiempo denunciando los mismos problemas sin obtener respuestas ni soluciones efectivas. Ahora, además, se quedan sin poder utilizar una de las herramientas básicas para su actividad diaria”, ha señalado Pérez.
La portavoz socialista exige al Ayuntamiento que “actúe de manera inmediata, establezca un calendario de reparaciones claro y adopte medidas urgentes” que garanticen la seguridad y el buen funcionamiento del mercado, especialmente ante la inminencia de la campaña navideña.







