Marbella vuelve a ser la gran olvidada del Gobierno de Pedro Sánchez. Y, lo que es aún más grave, con la complicidad y el silencio de la diputada nacional y concejal socialista en el Ayuntamiento, Isabel Pérez. Su paso por el Congreso de los Diputados no ha traído ni una sola mejora tangible para la ciudad, dejando en evidencia su absoluta falta de influencia y compromiso real con los intereses de los marbellíes.
Los ejemplos son incontestables. Marbella sigue esperando, año tras año, las obras de los espigones y la regeneración de playas, vitales para proteger el principal motor económico de la ciudad: el turismo. El propio Ministerio para la Transición Ecológica ha retrasado los proyectos una y otra vez, mientras Isabel Pérez guarda silencio y evita enfrentarse a Sánchez.
La situación de seguridad ciudadana es otro suspenso rotundo: ni se han arreglado las comisarías de Policía Nacional, ni se ha reforzado la plantilla con más agentes pese al crecimiento poblacional y la presión turística. Lo mismo ocurre con los cuarteles de la Guardia Civil, en condiciones lamentables, sin inversiones ni mejoras, a pesar de ser una competencia directa del Gobierno central.
A nivel de infraestructuras, Marbella sufre cada día el colapso de la autovía A-7 y los atascos interminables que estrangulan la movilidad de la Costa del Sol. Sánchez no ha liberado el peaje de la AP-7 ni ha impulsado el tercer carril, condenando a vecinos y turistas a un caos permanente. Y a esto se suma la nula actuación para mejorar la accesibilidad desde la carretera directa hacia la autopista en dirección Málaga, así como la falta de un doble carril y accesos seguros en la N-340, especialmente en las zonas de Las Chapas y San Pedro Alcántara, puntos negros de tráfico que siguen sin solución.
La realidad es que, ni como diputada en Madrid ni como concejal en Marbella, Isabel Pérez ha movido un solo dedo para que el Gobierno central atienda las necesidades de la ciudad. Su balance político es un suspenso total: cero avances, cero inversiones, cero compromiso.
Marbella necesita soluciones urgentes y proyectos que refuercen su competitividad como destino internacional. Pero mientras Pedro Sánchez siga castigando a esta ciudad con el abandono, y sus representantes locales como Isabel Pérez continúen actuando como meros peones obedientes de Ferraz, el futuro inmediato seguirá siendo de parálisis.
Los marbellíes lo saben bien: se avecina un otoño caliente, marcado por la falta de respuestas del Gobierno, la ausencia de inversiones y la frustración de una ciudad que paga impuestos como las grandes capitales, pero recibe un trato propio de un municipio de tercera.
