Juan Luis Gámez, nazareno de sentimiento, afronta esta noche la que puede ser una de las más especiales de su vida cofrade, pregonar la Semana Santa de su Hermandad, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima del Mayor Dolor y Santo Sepulcro. Hombre de trabajo callado y resultados, se sienta con Marbella Directo para vivir esos momentos previos y la emoción que para todo cofrade de corazón representa tal empresa.
Bárbara Sánchez: Bueno, ¿cómo fue ese momento en el que te enteras de que tu Hermandad te ha elegido para pregonar la Semana Santa?
Juan Luis Gámez: Fue una llamada del Hermano Mayor, como suele pasar en estos casos, no hace mucho, ya que tuvo todo que retrasarse, dado que se celebraron las elecciones en la Hermandad el pasado 21 de diciembre, la posterior impugnación de dicho cabildo por parte de la otra candidatura, así como la resolución por el Obispado, desestimando dicha impugnación. En esa llamada telefónica, me confirmó Juan Pedro Pérez Duarte algo que, debo admitirlo, presagiaba a la vez que esperaba y deseaba. La Junta de Gobierno sabía que era una de las mayores ilusiones en mi vida cofrade, hace años mi nombre también estuvo encima de la mesa pero sé que el Nazareno me lo tenía guardado para este año 2019, un año muy especial por muchas y variadas razones. Y así ha sido.
B.S.: Se suele hablar de nervios, pero, otros pregoneros con los que hemos hablado han destacado también la responsabilidad, a ti qué te puede más, ¿los nervios o la responsabilidad?
J.L.G.: Nervios no tengo, lo cual no impide que cuando me suba a ese imponente altar de la iglesia de la Encarnación, el “pellizco”, que diría nuestro Padre Pepe, esté presente, pero los que me conocen saben que estoy acostumbrado a hablar en público, en televisión o en la radio desde que era muy joven, llevo escribiendo muchos años en medios de comunicación… por lo que ese componente espero que no esté presente. La responsabilidad sin duda pesa mucho más. Para mí es un día histórico, inolvidable y evidentemente tener a muchas personas esperando lo que vas a decir, tiene un componente de responsabilidad bastante alto.
B.S.: Centrándonos en el contenido del pregón, ¿qué puedes adelantarnos?¿de quién te vas a acordar en ese pregón?
J.L.G.: Puedo adelantar que tiene aspectos novedosos. Por ejemplo, desde la misma presentación del pregonero, o la propia estructura del pregón, ya que sobre una palabra inicial se irán desarrollando otras, para desgranar muchos aspectos que definen a esta Hermandad. Por otro lado, me he querido separar del contenido de muchos pregones anteriores, obviando datos históricos que se han repetido, prácticamente, todos los años. He querido hacer un pregón de sentimiento, donde plasmar muchas de esas emociones que vivimos los nazarenos, no sólo un Miércoles Santo o un Viernes Santo, sino todo el año. Me acordaré, sin duda alguna, de mi madre. Ella no pudo verme en ese atril, pero estoy convencida que desde el Cielo estará atenta a todo lo que diga, pero también me acordaré de muchas personas que trabajan por que esta Hermandad sea lo que es. Y se lo haré saber a todos.
B.S.: En tu presentación como pregonero prometiste lágrimas, ¿serán al final de sangre o sólo de emoción?
J.L.G.: De emoción sin lugar a dudas. Quiero que broten algunas lágrimas, pero siempre de sentimiento y agradecimiento. Es mi propósito y como tal lo quiero intentar. La mención a las lágrimas de sangre iba a dirigida a quienes no entienden el verdadero sentido de una Hermandad, ni el respeto o la devoción a unos Sagrados Titulares, iba dedicado a quienes utilizan las asociaciones públicas de fieles para otros fines que se separan, y mucho, de la Iglesia. Si consigo emocionar a muchos, me sentiré satisfecho, porque feliz ya lo soy al tener esta oportunidad de pregonar a mi Hermandad.
B.S.: ¿De dónde le viene a Juan Luis Gámez la devoción por la Semana Santa y, sobre todo, por el Nazareno?
J.L.G.: Mis abuelos, Luis Gámez Piña y Pepita Sánchez Cuevas, tras la Guerra Civil, y junto a un grupo de marbelleros, refundaron la Hermandad. Aunque mi padre únicamente participó en sus primeros años, mi hermano Ibón y yo no hemos faltado un solo año desde hace 34 a nuestra cita con el Nazareno. Mi madre acompañó al Nazareno también 25 años como promesa, por un hecho concreto que ocurrió en el seno de nuestra familia. Eso creo que ya lo dice todo. Pero mi devoción va más allá de la Semana Santa, el Nazareno me inspira muchos días del año, lo visito en muchos momentos, le hablo, le pido, le agradezco, y le escucho, porque hay que saber escuchar al Nazareno… La devoción no se puede tener solo unas horas debajo de un varal o en una procesión, el Cristo de la cruz al hombro está en su altar todos los días del año. Siempre sugiero que una visita matutina, en la tranquilidad del templo, hablarle y saber que te escucha, es algo que deberían hacer muchas personas. Escribí un artículo, con motivo del Encuentro Nacional de Hermandades Cristianas y Legionarias, titulado “Mirada de bronce”, en donde hablaba de ese sentimiento que tenemos quienes visitamos al Nazareno, ya que ahora también lo tenemos en bronce, presidiendo su calle.
B.S.: ¿Con qué momento te quedarías tú de la Semana de Pasión?
J.L.G.: La Semana Santa de Marbella tiene muchos y variados momentos, que no tienen nada que envidiar a otras. Hace dos años tomé parte del Curso en Gestión Jurídica Integral de Hermandades y Cofradías, primero que una Universidad pública en España ha llevado a cabo, y en el mismo decía, irónicamente, a mis compañeros de la capital Málaga, “más allá de Guadalmar, también hay Semana Santa…”. Desde la salida de la Pollinica por esa angosta calle San Juan de Dios, la Columna en su barrio, el gremio hostelero con Santa Marta, la grandeza del Jueves Santo, con cinco tronos en la calle, el respeto y dolo del Viernes Santo, combinando la indispensable Legión y la sobriedad de Soledad… Pero para mí, el momento en que el Nazareno está en la calle, acompañado de María Santísima del Mayor Dolor, posiblemente los dos tronos más imponentes en Marbella, es con el que me quedo. Miles de personas detrás del Señor de Marbella, pidiéndole, rogándole, agradeciéndole… Fe y Devoción en las calles de nuestro pueblo.
B.S.: Y más allá de esa semana, son muchos años ya en la Hermandad, ¿cuál es la vivencia que recuerdas con más cariño como hermano?
J.L.G.: Mis vivencias como hermano han sido como nazareno de fila, con el rostro cubierto, durante casi 30 años, en los que he ido creciendo como persona, como cristiano y como cofrade. Hay una historia que contaré algún día, sobre cómo se produce el paso de ser un hermano más, a asumir responsabilidades, como dimos algunos un paso al frente para cambiar el rumbo de esta hermandad, que no caminaba con buenos pasos y creo que en los últimos años, el cambio es más que evidente, reconocido por todos. En el pregón mencionaré el momento más satisfactorio en mi vida cofrade…
B.S.: Juan Luis Gámez, hombre de fila, miembro de la Junta de Gobierno… ¿te veremos debajo de un trono?
J.L.G.: Posiblemente nunca. Soy nazareno de fila, entiendo la Semana Santa de una forma que, posiblemente, dista de la que tienen muchos, también en la cuestión de los tronos. En los varales hay muchos que sienten auténtica devoción por el Cristo o la Virgen que llevan sobre sus hombros, pero también hay demasiado afán de ser visto, en el varal externo o junto a las cabezas de varal. Muchas veces, cuando dices que eres cofrade, te preguntan qué trono sacas… y siempre respondo que en una procesión hay más cosas que sacar un trono, tan honrosas y dignas como ser portador. En estos últimos cuatro años como Fiscal así como responsable de Protocolo y Comunicación en la Hermandad del Nazareno, todos saben que he estado trabajando, como se dice, en la sombra, porque me gusta que las cosas salgan bien más que salir en la foto, donde hay que estar, pienso, lo justo y necesario. Cuando te felicitan por cómo ha salido todo, consecuencia del trabajo bien hecho, estar pendiente de los detalles, de que cada uno tenga el sitio que merece, sientes muchas cosas. Eso también es Hermandad.
B.S.: Antes de que te vayas, ya para despedirnos, cuando esta noche cierres las tapas del pregón, ¿qué esperas haber generado en los que te escuchen?
J.L.G.: Emoción sin duda, agradecimiento de quienes se vean reflejados en el Pregón. Como dije antes, me he querido separar de repetir por enésima vez que el Nazareno vino de Álora, o la historia de cómo llegó el Yacente a Marbella. Quienes me precedieron lo han contado ya, y mucho mejor que yo. Sí quiero trasladar momentos vividos en primera persona, impresiones, opiniones… No puedo dejar de ser yo, y seré crítico, reivindicativo, siempre bajo la premisa de la educación. Espero provocar esas lágrimas de las que antes hablábamos. Y no puedo contar más…