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sábado, noviembre 23, 2024
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Juan Luis Gámez exalta los valores de los Nazarenos en el pregón de la Hermandad

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El pasado sábado, el abogado Juan Luis Gámez fue el encargado de pregonar a la Real, Ilustre y Venerable Hermandad Sacramental Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima del Mayor Dolor y Santo Sepulcro de Marbella, de la que forma parte, con motivo de la próxima Semana Santa. Un pregón de un “nazareno de fila, de rostro oculto” que sacó a relucir los valores de los Nazarenos, con una definición, letra por letra, de lo que supone colgarse la medalla de la Hermandad.

Un pregón lleno de vivencias y directo al corazón de los Nazarenos, en el que desgranó lo que cada letra de esta palabra representa para convertirla en un sentimiento. La ‘N’ responde a uno de sus principales valores, la nobleza, “algo que debería estar presente en todos los que sienten el morado, el azul y el negro, nuestros colores”. Para pasar al anonimato que representa la A, “he sido, soy y seré un nazareno de fila, de rostro cubierto, un nazareno anónimo”, apuntó recordando su tenacidad “para conseguir que el anonimato fuese una de las características imperantes de la Semana Santa”, entre otras virtudes.

La ‘Z’de zahoríes, entendidos como “aquellas personas perspicaces que descubren y adivinan fácilmente lo que otras personas piensan o sientes”. “Somos sagaces desde el mismo momento en el que ponemos la razón y el cerebro al servicio de nuestros Sagrados Titulares, todo por ellos y para ellos”.

Una forma de vida y de ser en el que no puede faltar la alegría, representada por segunda ‘A’, “¿cómo demostramos nuestra alegría? Lo hacemos con nuestra particular forma de afrontar el trabajo en pro de nuestra Hermandad”. Un nazareno debe, además, ser recto, “siempre he dicho y diré que las hermandades no pueden convertirse en un lugar para la promoción personal, para la promoción laboral, para saciar intereses particulares, para ocupar un lugar en la sociedad, para alardear de pertenecer a una Junta de Gobierno con el único fin y objetivo de colgarse una medalla. Las hermandades no pueden ser cobijo de aquellos que pretenden la consecución de objetivos que distan, y mucho, de los cánones de la iglesia”.

‘E’, de exigentes, continuó explicando en su alocución Gámez, “la exigencia nos permite aumentar la grandeza de esta hermandad”, quien hizo un alto en su pregón para para dar entrada a un vídeo en el que se muestra cómo se vive un Miércoles Santo en Marbella.

La ‘N’ de nítidos, “se nos dice que somos claros, limpios, transparentes, pese a que algunos en esta sociedad actual quieran denostar ese término y ensuciar la creencia en Dios”, y la ‘O’ de optimistas “afrontar nuevos retos es siempre algo que nos gusta”. “El propósito de hacer cosas buenas, construir una hermandad mayor y mejor precisa siempre de optimismo, necesita de fines y metas a las que llegar”, referenció Gámez agradeciendo al Hermano Mayor, Juan Pedro Pérez Duarte, haber sido capaz de impregnar de ese espíritu a cada uno de los hermanos.

Una definición que no podía concluir sin el principal valor que implica la fe cristiana, la solidaridad, “el ejercicio de la caridad no es que sea necesario es que es indispensable, elemental esencial fundamental y primordial”. Una pregón que trazó a la perfección el espíritu nazareno, y en el que Gámez también tuvo tiempo para reivindicaciones, la de conseguir una Casa Hermandad más amplia.

Emoción en la Iglesia a la conclusión del pregón y el rosto impregnado de ilusión de su pregonero, que cumplía así un sueño con especial recuerdo a su madre, quien tanto tuvo que ver en su fe cristiana y que no ha podido verlo en ese púlpito, así como a su padre, quien sí pudo sentarse en uno de los bancales de la Encarnación, y a su pareja, quien también lo arropó en esa jornada especial.

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