La salida del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Silencio tuvo que retrasarse algo más de una hora a la espera de la llegada de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores para proceder al cambio de los varales e iniciar así el recorrido por las calles sampedreñas de este desfile procesional marcado por el silencio, sólo roto por el repique de un tambor, y la solemnidad.
La procesión de El Silencio se caracteriza además por ser el único trono sampedreño que durante la Semana Santa sale de la Iglesia y no de las carpas provistas en uno de los laterales de la parroquia. Sus menores dimensiones permiten que su salida se haga desde el templo descendiendo la escalinata de entrada en una maniobra no exenta de dificultades.
Portado por treinta hombres de trono el Silencio sampedreño realizó su recorrido, más corto de lo habitual, y acompañado por algo más de una decena de señoras que portan velo negro en señal de duelo y con el único acompañamiento musical de un tambor.
Tras la salida de la plaza de la Iglesia se dirige por calle Revilla para bajar en esta ocasión por Lagasca girando a la izquierda por Del Pozo y volviendo a subir por Marqués del Duero para volver al templo sampedreño.