El Viernes Santo es el día de mayor dolor de la Semana Santa, esa jornada se conmemora la muerte de Cristo en la Cruz y su sepultura. A las 18:30 horas comenzaban los Santos Oficios, la tradición cristiana manda que es el único día del año en el que no se celebra Misa, es un día de riguroso luto en el que se produce un rito de oración que preside la adoración de la Cruz. Algo más tarde de las 21.30 horas la imagen del Cristo Yacente y María Santísima de la Soledad de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad partían desde la Parroquia de San Pedro Alcántara para recorrer las calles de la localidad bajo el respeto y devoción de sus fieles, quienes lloran, desde esta tarde, la muerte de Jesús en la Cruz.
B. Sánchez
La imagen de Cristo ya muerto fue acompañada de una capilla musical de Sevilla; compuesta únicamente por cuatro instrumentos; oboe, flauta travesera, fagot y clarinete. Música de duelo para llorar la muerte del Hijo de Dios en la Tierra, una música no presente en toda la procesión que rompe sólo en momentos puntuales el silencio.
Setenta y dos hombres de trono portan esta representación que muestra el martirio y sepultura de Jesús Cristo. La solemnidad es el máximo protagonista en la procesión del Yacente, por ello la imagen que no aparece ya relacionada con la Cruz, el dolor por la muerte de Cristo prevalece en esta jornada. Únicamente, el cuerpo de Jesús sin vida cubierto por una fina sábana, a quien también lo acompañan los penitentes de riguroso negro y con cíngulo dorado.
Tras él, María Santísima de la Soledad, parte también en busca del abrigo de los sampedreños. La acompaña la música de la banda musical de Marbella. Portan además esta figura ochenta hombres de trono. Tanto la imagen de la Soledad como el Cristo Yacente son tallas del año 1982.
Tras la partida de su sede canónica en la Iglesia Parroquial de San Pedro Alcántara, los tronos bajaron por la calle Revilla hasta llegar a la Calle Lagasca, donde giraron en calle Jeréz para subir por la avenida Marqués del Duero y ya volver a su templo.
