Los trabajadores de la limpieza realizan un gran esfuerzo para devolver las calles a su estado habitual lo antes posible, a pesar de la prohibición de baldeo, la lluvia de barro y las rachas de viento
Las consecuencias de la calima y la prohibición del baldeo por sequía hacen más difícil que las calles del municipio vuelvan a su normalidad con tanta inmediatez. La conciencia ciudadana ante los desastres meteorológicos es necesaria para enfrentar una Semana Santa con nefastas previsiones meteorológicas. Este jueves y el próximo viernes podrían ser los peores días en cuanto al episodio de polvo en suspensión del aire, la llamada «lluvia de barro» acompañada de rachas fuertes de viento.
Los trabajadores de la limpieza en Marbella hacen su trabajo y en ocasiones, los ciudadanos no son consciente de todo el esfuerzo por mantener las calles limpias. Cuando llueve, los pavimentos de los parkings quedan marcados con los neumáticos de los vehículos, las entradas de los edificios, quedan marcadas con pisadas, la cera procedente de los cirios utilizados en actos religiosos, puede producir caídas, las ventanas de los edificios quedan con las marcas de las gotas de la lluvia, los bancos de los parques se llenan de barro o las calles están impregnadas de polvo, algo que dificulta la inmediatez de las labores de limpieza. Aún encontramos edificios rodeado de polvo naranja que dejó la calima de marzo de 2022. Por ello, muchos ciudadanos piden conciencia ante el esfuerzo que están realizando los trabajadores de la limpieza.
Tras las intensas lluvias de ayer, se ha generado la llamada “lluvias de sangre» o “lluvias de barro” provocando que todo quede cubierto de una notable capa de barro. Los servicios de limpieza del Ayuntamiento de Marbella están trabajando, con un dispositivo especial, para que los ciudadanos sigan disfrutando de la limpieza de sus calles durante la Semana Santa. Pero si es cierto, que debemos ser conscientes de las dificultades que supone los desastres meteorológicos y la prohibición de baldeo por sequía.
Según explica la Aemet, la calima es, concretamente, la suspensión en la atmósfera de partículas sólidas no acuosas que son invisibles al ojo humano, pero numerosas como teñir el cielo de estos característicos tonos naranjas que se han visto tanto en Marbella como en otras ciudades de España.
