El Partido Socialista se enfrenta a una oleada de indignación interna por los escándalos de corrupción que cercan al Gobierno de Pedro Sánchez. Las bases del PSOE, desde agrupaciones locales hasta cargos municipales, exigen de forma cada vez más contundente la convocatoria de elecciones generales anticipadas y la dimisión inmediata del presidente del Gobierno. Sin embargo, frente a este clamor interno, destaca el silencio atronador de los diputados socialistas de Málaga, que ni exigen explicaciones ni se suman a las peticiones de regeneración, avalando con su pasividad al Ejecutivo y, en la práctica, haciéndose cómplices de su deriva.
Una crisis ética sin respuesta institucional
El reciente escándalo por el caso Cerdán, que implica al ya ex número tres del PSOE en una presunta red de adjudicaciones fraudulentas, ha supuesto un terremoto en el seno del partido. Pese a que Santos Cerdán ha presentado su dimisión tras un informe de la UCO que lo señala directamente, la cúpula socialista intenta contener el daño sin asumir responsabilidades políticas más allá de ese gesto forzado.
Mientras tanto, desde múltiples agrupaciones locales en toda España —incluidas varias del entorno andaluz— se exige a Pedro Sánchez que convoque elecciones anticipadas y dé paso a una renovación profunda del partido.
Diputados de Málaga: entre el silencio y la sumisión
A pesar del clamor creciente, los diputados socialistas por Málaga mantienen una postura de sumisión absoluta al aparato de Ferraz. No han emitido una sola declaración pública condenando los hechos, ni han pedido explicaciones al presidente del Gobierno, ni mucho menos se han sumado a las voces que reclaman elecciones o una nueva dirección política.
Esa actitud, según fuentes consultadas del propio partido en Málaga, responde “al temor a represalias internas” y al “interés personal de mantenerse en el cargo hasta agotar la legislatura”. Sin embargo, este cálculo político tiene un precio: “Su silencio los hace corresponsables de una situación insostenible. No es neutralidad: es complicidad”, apuntan desde una agrupación socialista en Marbella.
La estrategia del poder: resistir a costa de todo
Pedro Sánchez ha optado por una estrategia de resistencia, confiando en que el desgaste no se traduzca en ruptura parlamentaria. Pero cada día que pasa sin una explicación creíble, el coste reputacional para el PSOE se dispara. Las encuestas ya reflejan una caída en la confianza ciudadana, mientras que el PP y Vox intensifican su ofensiva institucional y mediática.
En este contexto, la ausencia de reacción por parte de los diputados por Málaga resulta especialmente sangrante, dada la pérdida progresiva de apoyo socialista en la provincia y la necesidad de reconstruir credibilidad ante el electorado.
Desde sectores críticos se habla abiertamente de que “el PSOE está intervenido por el miedo” y que los actuales diputados “prefieren sacrificar los principios antes que arriesgar su escaño”. Esta desafección no solo pone en cuestión la calidad democrática del partido, sino que alimenta el desapego de sus propios votantes, que no entienden cómo se puede guardar silencio ante casos de corrupción que afectan al núcleo del poder.
