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viernes, marzo 29, 2024
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Juan Manuel Caracuel: “La pandemia ha reforzado nuestra fe, a muchos les ha hecho mirar hacia arriba en busca de un sentido”

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Entrevistamos al marbellí Juan Manuel Caracuel, recientemente ordenado diácono de la Iglesia de Málaga y muy querido entre los fieles. Hablándonos sobre su vida, a Juan Manuel el Señor le regaló, como a él siempre le gusta decir, “una familia cristiana que vivía su fe como sabía”, una familia de trabajadores, donde aprendió el esfuerzo y el valor del trabajo. “En ella se forjó mi fe, y ella me condujo hacia los lugares y momentos en los que podía palpar a Dios”, nos cuenta.  

Acerca de sus comienzos, el diácono añade: “Aunque desde niño tuve la inquietud por ser sacerdote, no sería hasta la adolescencia, al vivir al lado de mi cura, nuestro querido antiguo párroco, el cura Pepe López, cuando el Señor supo llamarme al corazón, cuando más cerquita me tenía, y pude decirle que sí, que estaba dispuesto a seguirle a donde me pidiera. Y en esas estamos, diciéndole cada día que sí”. 

¿Qué significa para usted haber sido ordenado diácono de la Iglesia de Málaga? 

Significa dar el primer paso hacia el gran regalo del sacerdocio, y a la vez un inmenso regalo de la Iglesia hacia mí, confiando ya sus misterios y su Pueblo de Dios. Significa sentirme ungido y enviado a predicar que Dios sigue vivo hoy, a consolar a los que pierden a sus familiares, a recibir nuevas criaturas a nuestra Gran Familia de la Iglesia, bendecir amores que emprenden un proyecto juntos… ¿no es todo esto un regalo inmerecido? 

¿Qué le diría a aquellos que como usted sienten la llamada, pero no se atreven a dar el paso? ¿Cree que los jóvenes viven la fe de igual forma en la actualidad que hace años? 

Sentir la vocación es algo agridulce. Por un lado, están los miedos, las dudas, el “yo no voy a poder”, “esto no es para mí… Es sentirte llamado para algo tan enorme que te sobrepasa. Pero precisamente por eso es una vocación. Pero es dulce, como la miel. Porque es quien te llama quien te ayuda, te guía, te acompaña. Es dulce porque te envía a una misión tan bonita que te empuja hacia la gente. Es normal que sientas miedo, pero como ante cualquier decisión importante. El Señor te acompaña y te da motivos para continuar. ¡Adelante! 

Y respecto a la fe de los jóvenes me gusta pensar en lo que dice el Papa Francisco: esta época no es mejor ni peor que las anteriores, es única. Estamos en una época especial, ante unas oportunidades de llegar al mundo irrepetibles.  

¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre? 

Como a la mayoría de personas, pues soy una persona muy normal, me gusta salir con mis amigos, vivir la vida que el Señor nos regala. Procuro viajar siempre que puedo. La música es uno de mis lugares favoritos de descanso, hacerla o escucharla. 

Me consta que es una persona muy querida entre los devotos. ¿Qué significa para usted ser un elegido de Dios? ¿Qué cree que le puede aportar a todos sus fieles? 

Es verdad que siempre he sentido el cariño de mi ciudad, de Marbella. Y cuando leo eso que me dices de “elegido de Dios” me suena un poco raro. No sé si soy elegido de Dios o no, lo que sé es que Dios me ha cambiado la vida, que me hace feliz hasta cuando todo se pone cuesta arriba, y eso es lo único que puedo ofrecer: el testimonio de una vida confiada y entregada a Dios, firme en la esperanza del Dios que me ha llamado. Lo demás viene por añadido.  

Corren tiempos muy difíciles, muchas familias han perdido a sus seres queridos y otras muchas pasan por una complicada situación económica. ¿Qué les diría usted? 

Que todos vamos subidos en este barco. Pediría a todos los que han sufrido la pérdida de un ser querido – y me lo digo a mí mismo – que miremos hacia arriba. Este mundo no acaba aquí, ni mucho menos. Duele la despedida, duele la ausencia, pero más consuela el saber que cada día está a tu lado, que ya nada te separa de él/ella. Como le gustaba decir y cantar a mi padre: “la muerte no es el final”, y a mí él me lo demostró yéndose.  

¿Cree que la pandemia ha reforzado la fe de los creyentes o de lo contrario la ha debilitado? 

Sin lugar a dudas creo que la ha reforzado. La experiencia de sentir que no podemos controlar la situación, de que todo se viene abajo, de que no somos nosotros los que tenemos la solución, a muchos les ha hecho mirar hacia arriba en busca de un sentido. Algunos amigos míos que eran agnósticos o ateos han sufrido este “pellizco” de Dios. Es como si les dijera: ¡mira hacia arriba! ¿no me ves? Estoy con vosotros, nada puede ir mal.  

¿Cree que la sociedad actual de consumo hace que los jóvenes se sientan más atraídos por lo material en detrimento de la fe? 

Creo que el consumismo nos afecta a los jóvenes no sólo en lo referente a la fe. Nos crea una conciencia de “usar y tirar” que daña cada rincón de nuestras vidas: relaciones de parejas, trabajos, familia, amigos… Ojalá pudiéramos valorar las cosas por lo que son y no por lo que nos dan.  

 ¿Cómo ve a las futuras generaciones? 

Quiero ser positivo y no convertirme en un profeta de calamidades. Ante el mundo que nos rodea y que se avecina suelo pensar: ¿qué diría Jesús? ¿qué haría Jesús? Sin duda me lo imagino enamorado de tantas cosas buenas como tiene nuestra época: las redes sociales, la globalización, las comunicaciones, la inclusión, el progreso… No todo está perdido. Tenemos las piezas, ahora nos toca construir.  

¿Es usted partidario de que la Iglesia se sirva de las nuevas tecnologías y las redes sociales?  

Creo que con la respuesta anterior he contestado. Debemos estar en las redes, debemos usar las nuevas tecnologías. A mí personalmente me han ayudado a evangelizar, a llegar a lugares donde en pleno confinamiento no podía llegar. En estos momentos estoy implicado en un proyecto con otro compañero de Seminario en Instagram (@Spesnostra.oficial) creando contenidos y productos para poder llegar a las casas de la gente. ¿Cómo vamos a salir del lugar donde más gente vive? 

¿Le atrae la opción de ir de misión al extranjero para ayudar a las comunidades más vulnerables? 

Nunca me planteé la posibilidad de ser misionero en el extranjero. Soy de los que piensan que eso es una vocación muy específica que el Señor concede, y la mía es estar aquí, en la Iglesia que camina en Málaga, en la Iglesia española, con los cristianos de mi tierra y mi cultura. Esto también es tierra de misión. Hay mucha gente esperando el Evangelio. No obstante, si el Señor me lo pidiera por las mediaciones de la Iglesia y de mi Obispo iría confiado al Señor.  

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