Marbella volvió anoche a oler a incienso en una jornada para el recuerdo y la historia cofrade de la ciudad, en la que la Real, Ilustre, Venerable y Antigua hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima del Mayor Dolor y Santo Sepulcro puso el broche de oro al programa de actos para celebrar el 75 Aniversario de la llegada a Marbella de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno y el 25 Aniversario de la Bendición de la nueva imagen de María Santísima del Mayor Dolor con una salida procesional extraordinaria en la que la devoción y la emoción llegaron a cada uno de los recovecos del Casco Antiguo, que se convirtió en el mejor escenario para dejar estampas nunca antes vistas.
Casi seis horas estuvieron el Señor de Marbella y la Guapa recorriendo las calles de la ciudad que se volcó para volver a ver de nuevo procesionar a las dos imágenes que más fervor levantan en Marbella.
Eran las seis y media de la tarde cuando el amplio cortejo comenzaba a salir por las puertas de la Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, autoridades civiles, militares, eclesiásticas y representantes de todas las hermandades de Marbella y de otros municipios de gran tradición morada acompañaban a los tronos del Nazareno y el Mayor Dolor.
Comenzaba un recorrido que tuvo varios momentos emotivos de los que estremecen al mundo cofrade, como el paso por calle Gloria, con una maniobra en la que las imágenes eran llevadas por los hombres de trono prácticamente rozando el suelo, la petalada en calle Nueva, el canto de la Cuarentuna Malacitana en la plaza Fernando Alcalá, el encuentro de ambos tronos en plaza de la Victoria, el paso por Virgen de los Dolores en el que el Nazareno fue portado a brazo, el encuentro entre los tronos en la plaza de Los Naranjos o la petalada a la Virgen desde el colegio Bocanegra.
Momentos únicos que se guardan ya en la memoria de todos los allí presentes y que se han hecho un sitio para el recuerdo en la historia de la ciudad. Una salida extraordinaria que ha permitido recuperar el sentir cofrade con una procesión en la que sólo las mascarillas nos impedía recordar la antigua normalidad.