Con la llegada de la primavera los problemas con las alergias se hacen más acuciasteis, pero los trastornos por las polinizaciones también se dan en otras épocas del año. Así, en invierno, estación que acabamos de dejar atrás, es mala época para los alérgicos al ciprés, pero también en verano se siguen padeciendo las alergias, en este período, intensificadas por la parietaria.
En los últimos meses la polinización de los cipreses, que se produce entre octubre y marzo, ha marcado los cuadros alérgicos -este árbol alcanza su punto más álgido de polinización en febrero-, pero por delante tenemos los meses primaverales en los que se incrementan las alergias por otros pólenes como las gramillas. No obstante, el doctor Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la SEAIC, ha advertido de que el cambio climático está alterando los ciclos de polinización de las plantas. Adelantan el inicio y retrasan el final de su período de floración, con lo que se amplía la duración del período de polinización, y, por lo tanto, hay una mayor exposición de la población a los pólenes. “Este año, debido a las bajas temperaturas registradas durante el mes de enero se ha producido una disminución de la actividad de todas las plantas, entre ellas las cupresáceas, lo que ha propiciado un retraso en el inicio de la polinización”, advierte el alergólogo.
Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en nuestro país a más de ocho millones de personas, siete de los cuales son alérgicos a gramíneas seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria.
Existe una relación directa entre algunos factores climatológicos del otoño e invierno como es el caso de las lluvias, temperatura y humedad y los recuentos de pólenes de gramíneas durante la primavera. Gracias a la recopilación de los datos de las 56 estaciones aerobiológicas del Comité de Aerobiología de la SEAIC, junto con los factores climatológicos proporcionados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y con la colaboración del Área de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad de Castilla La Mancha, se establece el nivel de intensidad de esta primavera para los pacientes alérgicos en las diferentes zonas geográficas.
Moral ha explicado que en el litoral mediterráneo los pólenes más frecuentes son los de parietaria, olivo y gramíneas. En esta misma línea, el doctor Moral detalla que en los últimos diez años se ha duplicado el porcentaje de alérgicos a los pólenes más alergénicos. “Las gramíneas han pasado del 35% al 74%, la arizónica del 9% al 23%, el plátano de sombra y la salsola del 7% al 14% y el olivo del 30% al 52%. La causa parece hallarse en el efecto de la contaminación y el cambio climático sobre los pólenes”, subraya el alergólogo.
MANTENER LA ALERGIA A RAYA
La patología alérgica dificulta en muchos aspectos la vida diaria de los pacientes, a la vez que lleva consigo un alto coste socioeconómico. Tal y como afirma el doctor Antonio Valero, presidente de la SEAIC, “las enfermedades alérgicas precisan de un manejo integral, no solo desde el punto de vista terapéutico, sino también orientando al paciente, sobre cómo convivir mejor con su enfermedad”.
Existen algunas medidas que mejoran la calidad de vida de los pacientes alérgicos, cuyos síntomas no se circunscriben únicamente a los meses de primavera. “Frecuentemente recomendamos el uso de mascarillas homologadas, aplicaciones móviles que se nutren de la web del comité de aerobiología de la SEAIC, filtros antipolen en el coche o los purificadores de aire para interiores, apunta el alergólogo.
La utilidad primordial para la utilización de mascarillas en los alérgicos, sería en aquellas zonas donde se producen de forma habitual niveles muy elevados de pólenes, debido a la abundancia de determinadas plantas en esa zona. Esto ocurre en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza y Valladolid en los meses de marzo y abril por el plátano de sombra; en provincias como Jaén en mayo y junio por la polinización del olivo y en Cáceres y Badajoz en las mismas fechas por las gramíneas. “Las mascarillas para evitar la exposición a los pólenes se vienen utilizando desde hace unos 30 años, sin embargo, debido al rechazo que producían hasta el año pasado, por el temor a que el resto de la gente pensara que podría tratarse de una persona infectada, se habían infrautilizado”, señala el doctor Ángel Moral.
Aparte del uso de las mascarillas, el doctor Valero insiste en que “la inmunoterapia o vacunación antialérgica debe considerarse siempre como una herramienta terapéutica de primer orden en el manejo de los pacientes alérgicos porque es el único tratamiento que puede modificar la evolución natural de la patología alérgica”, advierte.